Ciclo Económico de una Empresa

Utilizando una metáfora, el Ciclo Económico de una empresa es como el esqueleto del cuerpo humano.  Es la base sobre la que se asientan y se sostienen las empresas.

Está claro que por sí solo el esqueleto (ciclo económico) no tiene ninguna utilidad.  Necesita tener otros sistemas para hacerlo funcionar: los músculos, el sistema respiratorio, el circulatorio, el digestivo, la piel…

Igualmente el ciclo económico de una empresa necesita de otros sistemas para que pueda completarse: producción, ventas, administración, dirección…

En el artículo de esta semana voy a dar respuesta a una consulta que me hace Diego, desde Murcia, que me hacía esta pregunta sencilla y directa:

¿Como genero caja/dinero en mi negocio?  Yo me centro en vender, vender y vender, y vendo mucho pero a final de mes casi no queda dinero en la caja para mí.  No puedo seguir así, no tiene sentido trabajar para no conseguir nada.

 

Ciclo Económico

A Diego le pasa lo que a muchos autónomos y dueños de pequeñas empresas.  Tienen la idea de que una empresa es sólo vender, vender y vender.

Es cierto que ese es el mensaje que hay en el inconsciente colectivo de autónomos y pequeños empresarios sobre el factor importante de un negocio, que consideran que vender es el único factor importante.

También se necesitan otros elementos igual de importantes.

Los comerciales piensan que lo más importante son las ventas.  Los administrativos dicen que lo más importante es la gestión.  Y los técnicos que lo más importante son los productos/servicios.

Los directores y los que tienen mentalidad empresarial saben que todo es igual de importante.

Saben que por supuesto es necesario vender, pero que sin un buen producto o servicio las ventas no se soportan a medio-largo plazo, y que se necesita una buena gestión para conocer y equilibrar todos los datos y así tomar buenas decisiones.

Los que tienen empresas exitosas saben que se apoya en el Ciclo Económico.

 

Los Pasos del Ciclo

 

Quiero dar las gracias a Javier Criado Nesofsky que es a quien he cogido esta imagen.

 

1.- Empresario o Emprendedor

Todo tiene una génesis.  En las empresas es la persona de la que nace la idea y que es el motor que “tira del carro”.

Es el director de orquesta que debe conocer todos los instrumentos que la componen y hacerlos sonar de forma armónica.

 

2.- Obtención y gestión de recursos

El empresario, emprendedor, autónomo, dueño de negocio o como quieras llamarlo tiene que obtener unos recursos para poder poner su idea en funcionamiento o para seguir haciendo funcionar la empresa, en caso de sea una ya consolidada.

Estos recursos no es sólo dinero.

Además de dinero también debe obtener y gestionar otros activos, empleados, proveedores, colaboradores, … Todo lo que necesite para hacer funcionar la empresa.

 

3.- Generación de valor añadido: Producto/Servicio

Con esos recursos debe ser capaz de desarrollar y producir el valor añadido que ofrecer a sus clientes.

Los procesos de producción.  El suministro de materias primas.  La distribución de los artículos.

Si ofreces servicios, el contenido de conocimientos que vas a ofrecer a tus clientes y el beneficio que van a obtener con tus servicios.

 

4.- Comercialización (Ventas)

De qué manera pueden tus clientes conseguir tus productos o servicios.  Las vías de distribución.  Los precios.  El plan de marketing.

 

5.- Generación de caja

Esto es COBRAR A TUS CLIENTES.  Y lo pongo en mayúsculas porque este puede ser uno de los problemas de Diego.  Que se “olvida” de cobrar a sus clientes.

Te sorprendería saber el elevado porcentaje de pequeños empresarios que venden, generando factura y todo, pero luego no cobran, o no cobran el importe total, a los clientes.

Bueno, estoy seguro de que ese no es tu caso y cobras a todos tus clientes.  Así que qué hacer con ese dinero que está en la caja.

Tienes que dividir ese dinero en dos partes.

Una parte es para cubrir los gastos del negocio: compras, sueldos, impuestos, gastos, intereses de deudas, dividendos (el dinero que se da a los dueños además del sueldo fijo).

Con la otra parte (si estas empezando no habrá nada de dinero en esta parte, tampoco debería haber dividendos) es para reinvertir en el negocio y hacerlo crecer hasta donde tú quieras hacerlo crecer.

A modo de anécdota, Amancio Ortega siempre reinvertía toda la segunda parte en sus empresas, ni siquiera repartía dividendos.  Estaba obsesionado con el crecimiento.

No te estoy diciendo que tú lo hagas, yo tampoco lo haría, pero ha demostrado que es una manera de conseguirlo.

Esta segunda parte, independientemente de lo que hagas con ella, es la Rentabilidad de tu negocio. Entendiendo rentabilidad como el beneficio obtenido dividido los recursos utilizados.

(Como te habrás dado cuenta, es importante cobrar lo antes posible para poder cubrir tus gastos, pero esto es otra historia de la que escribiré en breve:  El ciclo de caja. ¿Más ciclos?  ¿No te resulta curioso que todo sea cíclico?  Por algo será e iré desgranándolo en este blog.)

 

Conclusión

Para empezar a tener dinero en la caja de tu empresa debes ser consciente de todos los fundamentos que componen las empresas.

No es sólo vender.  Es importante.  Es necesario.  Pero no es lo único.

Además de vender tienes que mantener viva la llama de la ilusión (punto 1), gestionar eficientemente tus recursos (punto 2), tener los productos y servicios que quieren tus clientes (punto 3), vender (punto 4), y COBRAR (punto 5).

Controlar los gastos.

Optimizar los procesos.

Una buena gestión de precios.

Cobrar lo más rápidamente posible.

De los cinco puntos, ¿cuáles son en los que más te centras o cuáles en los que menos? Coméntalo con todos nosotros en los comentarios.

(Aquí puedes acceder a la secuela que he publicado de este artículo:  ¿Cuánto tardo en recuperar mi dinero?)

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis

 


 

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¿Qué es Ser Empresario?

Un empresario es aquella persona que resuelve un problema a otras personas a cambio de dinero.

Repito.

Un empresario es aquella persona que resuelve un problema a otras personas a cambio de dinero.

¿Hay algo malo en esto?

Parece que sí, porque en este país ser empresario está mal visto en algunos sectores de la sociedad.

Pero me niego a aceptarlo.

Igual que se niegan los más de 350.000 empresarios que hay en España, entre autónomos, microempresarios, pequeños, medianos y grandes empresarios.

Algunos son delincuentes, pero la mayoría son honrados.

Algunos se aprovechan de sus trabajadores, pero la mayoría les tratan como a alguien de su familia.

Ante este panorama de la mala imagen que tiene ser empresario, a muchos, al principio, les cuesta mucho cobrar a sus clientes.  No vender, sino después ir a cobrar.

Desde pequeños nos han inculcado lo malo que es el dinero.  Que si lo tienes tú se lo quitas al otro.  Y tantas otras nefastas creencias.

Estos conceptos han ido cambiando poco a poco desde que Adam Smith publicara La riqueza de las naciones hace 240 años.

La creencia entonces (y que algunos se empeñan en mantener hoy) era que sólo hay una tarta para repartir y que si coges más cantidad de tarta es porque se la estas quitando a otra persona.

El planteamiento que hace Adam Smith es que hay más de una tarta, todas las tartas que se necesiten para generar todo el dinero que se requiera, pero aún así se siguen teniendo creencias limitantes respecto al dinero.

(Adam Smith fue el precursor del liberalismo económico y cada uno tenemos nuestras creencias sobre este tema. Todas igual de respetables.)

 

¡Ánimo empresario!

Los empresarios aportan valor a la sociedad.

Resuelven problemas a la sociedad.

Permiten conseguir deseos a la sociedad.

Si no te parece mal nada de todo esto, anímate y da el paso.  Hazte empresario si es lo que quieres.

Libérate de esas creencias limitantes.  Cobra por tu trabajo.  Cobra más o cobra menos, pero cobra.

No es cierto que si ganas mucho dinero eres malo, como hemos visto antes.  Cuanto más dinero ganes más valor puedes aportar a la sociedad:  creando empleo, pagando impuestos, dando alegrías a tus clientes.

Si ganas mucho dinero puedes ayudar a otras personas que su sistema de creencias les lleva a ser pobres, mediante donaciones a organizaciones no gubernamentales.

Rodéate de otras personas que también piensan que el dinero es bueno.  Esto te ayudará a afianzar tu sistema de creencias y de valores.

 

¿Qué valor aportas?

Eso depende de ti.  ¿Qué es lo que mejor sabes hacer?  O mejor aún ¿qué es lo que te apasiona?

¿Lo que te apasiona podría hacer feliz a otras personas?

Si es que sí, genial.  Ahí hay una oportunidad de negocio.

Ya “sólo” queda averiguar si esas otras personas son la cantidad suficiente para poder crear una empresa.  Lo que se llama la masa crítica.

He puesto sólo entre comillas porque ese “sólo” implica muchas cosas.  Todas las cosas que permiten sacar un negocio adelante.

Y ahí es donde intento aportar valor, ayudándote a sacar tu empresa adelante con este blog, donde aporto mis ideas, pero sobre todo con mis cursos online que encontrarás en este enlace.

Muchas veces los empresarios nos sentimos solos.  Pero aún así, la mayoría, seguimos adelante… porque lo llevamos en la sangre.

Si crees que este artículo puede ser motivador para otros empresarios, por favor, compártelo.

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis


 

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Mentalidad de Dueño = Éxito (casi) Seguro

Tener la mentalidad correcta es fundamental para tener una empresa que funcione durante muchos años.

En este artículo voy a hablar de una mentalidad que falta mucho entre emprendedores, autoempleados, dueños de negocios y pequeños empresarios.  La mentalidad de ser dueño de su empresa.

No tienen mentalidad de dueños, y pensándolo ahora, puede ser el mayor problema que tienen.

Hace unos meses, durante una conversación online con mi amigo Jesús Delgado, hablábamos sobre ese 80% de nuevas empresas que no llegan a los 24 meses de vida.

La opinión que yo le di es que consideraba como primer problema que el entorno de emprendimiento en España está mal enfocado.  El autoempleo se trata como peyorativo. Hay que ser emprendedor o startup.

Meditando sobre ello me di cuenta que, aunque sigo pensando lo mismo sobre el entorno de emprendimiento en España, el principal problema es la actitud que tienen los emprendedores, que, considero, no es la correcta.

 

Cambio de mentalidad

Los motivos para emprender y abrir una empresa son varios.  Cada uno tiene el suyo:

  • Por necesidad.
  • Por ilusión de tener una empresa propia.
  • Porque estás cansado de aguantar a tu jefe.
  • Para hacerte millonario.
  • … y tantos motivos más.

La mayor parte de los que empiezan sólo tienen conocimientos de su actividad profesional. Pero llevar una empresa, aunque sea una pequeña como autónomo, requiere tener conocimientos básicos de otras áreas.

Por otra parte, somos muchos los que decimos abiertamente que el sistema educativo actual prepara para ser empleado y no empresario, para llenar de trabajadores las fábricas y las oficinas, pero no para dirigirlas.

Estas dos realidades son las que imperan sobre los emprendedores, autoempleados, dueños de negocios y pequeños empresarios; y son las que provocan un gran porcentaje de los fracasos de emprendimientos.

Si quieres abrir una empresa y vivir de ella tienes que cambiar de paradigmas.   Debes cambiar tu mentalidad de empleado a mentalidad de dueño.

A veces hablo con emprendedores ¡¡¡que no saben cuánto deben facturar al mes para cubrir gastos y pagar su nómina!!!

A veces hablo con autoempleados ¡¡¡que no saben lo que han gastado en el último año!!!

A veces hablo con dueños de negocios ¡¡¡que se permiten perder clientes porque sólo es un cliente más… !!!

A veces hablo con pequeños empresarios ¡¡¡que no saben cuántos clientes tienen!!!

Y ya cuando empiezo a preguntar por los temas financieros y de tesorería se “les hiela la sangre” 🙂

Desde aquí animo a quien lo desea a lanzarse a abrir su negocio, pero tiene que tener presente que ahora no tienen un jefe controlando, ahora se tienen que autocontrolar.  Y esto requiere un gran esfuerzo.

 

Mentalidad de dueño

Vender es importante, para lo que tienes que conseguir clientes, pero no es lo único.

Los que tienen mentalidad de dueño analizan su empresa y conocen si es rentable y si genera beneficios.

Tienen perfectamente definida su propuesta de valor.

Saben en cada momento los ingresos y gastos que tienen y cuando empiezan a tener tesorería positiva cada mes.

Valoran la productividad por encima de todas las cosas.

Buscan oportunidades de negocio, no dejan que lleguen solas (que normalmente no llegan).

Son muy cuidadosos con la imagen de su negocio y utilizan todos los medios a su disposición, sin miedo a lo desconocido, para comunicar su mensaje.

Comprenden que no pueden hacer ellos todo el trabajo.

Y son conscientes que viven del futuro y no del pasado.

Cómo ves, tener una empresa es algo más que hacer muy bien lo que sabes hacer.

Esto es importante, pero falta algo más, algo fundamental que te hará salir vencedor de esta guerra de guerrillas que es tener una empresa y vivir de ella.

Tu eres el dueño y tienes que pensar como dueño.

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis


 

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Dirigir una Empresa no es Hacer Labores de Gestoría

Dirigir una empresa no es estar sentado rodeado de papeles.

Debes tener una mente abierta y dejar de pensar así.  O al menos, no es sólo hacer esas cosas.

Dirigir una empresa se puede definir como las tareas y acciones que tú, como dueño de tu empresa, tienes que realizar para sacarla adelante durante muchos años.

Para esto debes realizar varias y diversas tareas.  Además de todo lo implícito de tu empresa, esto es:

  • Tienes que fabricar tus productos.  Obviamente.
  • O tienes que prestar tus servicios, si tu empresa es de servicios.
  • También tienes que desarrollar nuevos productos y servicios para ir actualizando tu empresa y capturar nuevo valor del mercado.
  • Por supuesto tienes que vender.
  • Contratar personal, si tienes empleados; o llegar a acuerdos con colaboradores.
  • Formar y motivar a esos empleados y colaboradores.
  • Tienes llevar a cabo tus acciones de publicidad y marketing para intentar aumentar los clientes.
  • Y seguro que se te ocurren mil tareas más que tienes que hacer.  No voy a seguir para no hacer una lista interminable.

Si paras un momento a analizar esta lista te darás cuenta que todo se basa en dos de las tres patas fundamentales de un negocio.

  1. Vender.
  2. Productos o servicios.

Pero falta una tercera pata que normalmente no se suele desarrollar.  Y es fundamental hacerlo porque las tres patas funcionan en simbiosis.  Si una de ellas falla, antes o después, tu empresa morirá.

 

Gestionar es Dirigir una Empresa

Esta tercera pata es la gestión.  La gestión de tu empresa.

Que son todas esas tareas que tienes que hacer para la planificación, ejecución y control de tu empresa.

Analicemos brevemente cada una de las tres patas por separado.

Vender está bien, por supuesto.  Si no vendes no entra dinero en tu negocio.  Tienes que aprender a emplear técnicas de venta o debes tener a alguien que venda por ti.

Si no vendes, tu empresa se hunde.

También tienes que tener un buen producto o servicio que de soporte a esas ventas.  Si sabes vender muy bien pero tus productos y servicios no hacen lo que dices que hacen, a medio plazo tu empresa también se hundirá.

Entonces, si sé vender bien y tengo productos o servicios buenos que dan soporte a mis ventas ¿no debería ser suficiente?

Pues no, porque además de los ingresos (ventas) también tienes que controlar los gastos.

  • Conocer el margen de beneficio que tienes con cada producto o servicio.
  • Saber si estas consiguiendo esos márgenes o no.
  • Dominar tus gastos.  Gastos fijos y variables.  Gastos directos e indirectos.
  • Comprender cómo se mueve el dinero dentro de tu negocio.
  • Dominar el ciclo de maduración y de caja.

Si estas pensando: “bueno, ya gestionaré cuando tenga dinero”… haz lo que quieras, pero casi seguro que nunca llegarás a tener el dinero suficiente para decidirte a gestionar.

Y no porque no sea más que una excusa, que lo es.  Sino porque también será algo real.  Gastarás mucho más de lo que crees y tu negocio nunca despegará.

Como dice el título y el primer párrafo de este artículo, muchos dueños de empresa piensan que dirigir una empresa es sólo esas tareas aburridas y anodinas que no gustan a casi nadie.

Pero son tareas que se tienen que realizar si quieres que tu negocio siga funcionando.

Las labores de gestoría, que sin duda son necesarias, que las haga la gestoría, que es su trabajo (esto no tiene ánimo peyorativo, es que es su trabajo y cobran por hacerlo).

Pero una cosa es que la gestoría realice las liquidaciones de impuestos o las nóminas y otra muy distinta es que te desentiendas completamente de los números de tu negocio.

No todos los gestores se preocupan lo suficiente por sus clientes para ir más allá del simple trámite administrativo e informarte y avisarte a tiempo si tu negocio esta haciendo aguas.

Y ya no sólo es que te avise.  También es que tú tienes que saber de qué te está hablando tu gestor.  Tienes que aprender a hablar el mismo idioma que él, aunque sea a un nivel de principiante.

Para esto he hecho una clasificación de los tipos de gestión que se pueden realizar en tu empresa.

 

Gestión Activa vs Gestión Pasiva

Voy a empezar por la segunda, por la Gestión Pasiva.

La gestión pasiva son todas esas tareas de gestión que puedes dejar en manos de un tercero (en el que confíes) y desentenderte casi completamente.

  1. Contabilidad.
  2. Nóminas.
  3. Laboral.
  4. Fiscalidad.
  5. Protección de datos.
  6. Etc.

Hay otras tareas de gestión que sólo tú puedes hacer, con ayuda de asesores, consejeros o como quieras llamarlos.  Pero dependen en última instancia de tus decisiones.

  1. La estrategia a seguir.
  2. Los estándares de calidad que tendrán tus productos y servicios.
  3. Las inversiones a realizar.
  4. Los gastos en los que incurrir.
  5. El control de la tesorería de tu negocio.
  6. El análisis del beneficio o pérdida de cada año
  7. La definición de perspectivas y acciones a realizar para alcanzarlos.
  8. Y afrontar el futuro según llega porque (lo más seguro) no tiene nada que ver con lo que has previsto.

Como ves, estas y otras tareas también son gestionar un negocio.  Y debes hacerlas tú.  Ni siquiera delegarlas en nadie.  Si no sabes hacerlo sólo asesórate con especialistas, pero la decisión final es tuya y sólo tuya.

Puedes delegar las ventas y luego controlar que se venda según tus directrices.

Puedes delegar el desarrollo y fabricación y ejecución de tus productos y servicios y luego controlar que se hagan según los estándares de calidad que tú has definido.

Pero no delegues nunca las decisiones que tú y sólo tú debes tomar.

Y, por supuesto, no dejes nunca de gestionar tu empresa, con la gestión activa, porque es la única manera de que las tres patas fundamentales de tu empresa sigan funcionando siempre.

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis


 

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Optimiza los Detalles con Customer Journey Map

Hace una semana hablaba sobre cómo los detalles con los clientes pueden llevarte a fidelizarlos o a perderlos.

Seguro que en tu negocio tienes muchos más puntos de contacto con tus clientes de los que piensas.

Y cada uno de estos puntos de contactos está lleno de detalles que puedes optimizar para mejorar la valoración de tus clientes.

Para poder trabajar y desarrollar esto existe una herramienta que es el Customer Journey Map.

Como puedes deducir en el artículo de la semana pasada, el valor percibido del cliente es un dato totalmente subjetivo en base a la experiencia recibida (y a la situación interior que cada cliente tenga en ese momento).

No está basada en datos objetivos.

Por lo que me parece importante que sepas como profundizar sobre la interacción de los clientes con nuestra empresa.

Para esto, una de las herramientas que mejor funciona es el Customer Journey Map o Mapa del viaje del cliente.

 

Customer Journey Map

Aunque no hay una manera definida de utilizar esta herramienta, porque depende mucho de cada negocio y su situación a analizar, si existe un cierto consenso en unos cuantos puntos básicos a seguir.

Vamos a ello.

 

1.- Identificar al cliente

El primer paso es determinar para que tipo, de todos nuestros clientes, vamos a hacer el análisis.

En nuestro negocio tendremos distintos tipos de clientes que comprarán nuestra gama de productos o servicios.

No es lo mismo las sensaciones y valoración de los clientes de nuestra gama baja, que de los clientes de nuestra gama alta.  O como tú tengas definido tu catálogo de productos o servicios.

Por lo que tenemos que realizar un Customer Journey Map por cada tipo de cliente.  Tenemos que averiguar cual es el entorno de estos clientes poniéndonos en su lugar.

De esta manera podremos saber qué es lo que espera el cliente al consumir nuestros productos o servicios.  Para esto utilizamos otra herramienta que es el Mapa de Empatía del Cliente.

 

2.- Comprender las fases de la relación

La mayoría de los negocios tienen estas fases de contacto con el cliente (dentro de cada fase puede haber uno o varios puntos de contacto, que sabrás lo que son en el punto 4), aunque en tu negocio pueden variar.

  • Conectar y atraer al cliente (¿Cómo descubre que existimos?)
  • Orientarlo (¿Cómo puede evaluar nuestro producto o servicio?)
  • Interacción (En cada caso es diferente )
  • Expandir y retener (¿Cómo hacemos que el cliente vuelva, use nuestro producto o servicio más y se quede con nosotros?
  • Referenciar (¿Cómo le ayudemos a que comparta su alegría y nos referencie a nuevos clientes?)

 

3.- Identificar sus motivaciones y dudas

De esta manera podemos determinar qué es lo que le motiva para moverse y realizar esa interacción con nosotros o por el contrario qué dudas puede tener que provoquen su rechazo a interactuar con nosotros.

 

4.- Mapear los puntos de contacto

En este paso lo que hacemos en coger una hoja en blanco, trazar una línea temporal e ir poniendo marcas en esta línea para cada uno de los puntos de contacto reales que tenemos con nuestros clientes.

Podemos dividir la hoja en bloques con cada una de las fases principales del punto 2 y dentro de estas fases reflejar cada uno de sus puntos de contacto.

Además de esto, y siempre pensando como nuestros clientes, debemos reconocer, con el corazón en la mano, cómo se sienten en cada una de estas interacciones y cómo las valora el cliente .

Tenemos que clasificarlo en: emoción positiva, emoción neutra o emoción negativa.

También nos va a ayudar mucho saber a través de qué medio el cliente realiza esa interacción con nosotros:  presencial, por teléfono, por email, por nuestra web, por nuestra red comercial…

 

5.- Evaluar los momentos clave

De todos los puntos de contacto que hemos representado en la hoja de trabajo, habrá algunos que sean los momentos clave en los que si el cliente tiene una mala experiencia, hará que lo perdamos como cliente.

O si la experiencia es buena, ganaremos muchos puntos a nuestro favor. 

Que serán válidos hasta el siguiente momento clave, en el que si damos una mala experiencia, perderemos todos esos puntos a favor y tiramos por tierra todo el trabajo realizado hasta ahora.

Son momentos en los que el cliente puede sentirse perdido, frustrado, entusiasmado, feliz…

 

Extra.- Entender sus “dolores” y identificar las oportunidades

Con el punto 5 podemos “saber” cómo se siente el cliente en cada una de las interacciones que tiene con nosotros.  Y esto lo que nos permite es poder reaccionar.

Si el cliente tiene emociones positivas ¿cómo podemos elevar más esas sensaciones?

Si tiene emociones neutras ¿podemos hacer algo para pasarlas a positivas?

Y si las emociones son negativas ¿qué tenemos que empezar a cambiar desde hoy mismo para eliminar o reducir esas emociones negativas?

(Pongo “saber” entre comillas porque todo esto son hipótesis. Después de trabajar el Customer Journey Map tienes que ir a tu negocio y contrastar con tus clientes si estas en lo cierto o no.  Lo que esté bien potenciarlo y lo que esté mal corregirlo.)

Como ves el Customer Journey Map es una potente herramienta que nos va a permitir averiguar cuáles y cómo son las interacciones que tienen nuestros clientes con nuestro negocio.

Lo que nos pondrá en la línea de salida para empezar a mejorarlas.

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis


 

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Pequeños Grandes Detalles con los Clientes

Siempre podemos tener pequeños (GRANDES) detalles con los clientes con los que podemos ganar mucho en nuestra relación de fidelización con ellos.

Incluso fidelizarlos mucho más que con las acciones típicas, o no tan típicas, de fidelización.

Estos pequeños (GRANDES) detalles tienen que ver con nuestro comportamiento y nuestra disposición hacia los clientes.  Bueno, en realidad hacia cualquier persona.

Lo que voy a contar lo he vivido yo esta mañana en la pequeña cafetería donde estaba tomando un café y trabajando un rato.

 

Los hechos

Como te decía, esta mañana he sido testigo de un detalle con un cliente que creo que podría haber sido mucho mejor resuelto por parte de la empresa.

Ha entrado una mujer y se ha dirigido a la persona que estaba en la barra, que además es el encargado de la cafetería, y le ha comentado que quería cambiar de día una reserva que tenía para hacer una fiesta, una celebración de cumpleaños.

Quería cambiarlo desde este miércoles al viernes de esta semana, por que había surgido un imprevisto y había que cambiarlo de día.

El camarero (encargado, pero la clienta no sabía que era el encargado) le dice que lo mejor es que la clienta llame por teléfono al dueño de la cafetería para comentárselo.

(Y es en este punto donde yo creo que se podría haberlo hecho mejor.  Es más, como leerás a continuación el camarero/encargado tuvo varias oportunidades de haber redirigido la situación, pero no lo hizo.)

Al oir que tenía que llamar al dueño, la clienta se ha sentido contrariada.  Es una cosa que no va a más, hacer una llamada telefónica.  Pero, por el motivo que sea, a la clienta no le ha sentado bien.

La clienta ha seguido insistiendo en que sólo es un cambio de día, que todo lo demás, hora y servicio, era igual (en mi opinión con la clara intención de evitar hacer la llamada al dueño).

Y el camarero/encargado ha seguido respondiendo que era mejor que llamase al dueño por teléfono.

 

Detalles con los clientes

Creo que el camarero, que como digo y para más inri era el encargado de la cafetería, podría haber hecho algo más para que la clienta se fuese totalmente satisfecha.

Algo tan simple como esto.  Si yo hubiese estado en su lugar hubiese tomado nota de la petición de la clienta y le habría dicho que si hubiese algún problema el dueño en persona se pondría en contacto con ella.

Quizá pienses que es lo mismo, pero no es igual.

La clienta hubiese puesto un positivo en su casilla mental para la cafetería, en vez de un negativo que es lo que ha puesto por la situación realmente ocurrida.

En la cafetería de esta mañana el problema puede ser de dos tipos:

  1. Falta de actitud por parte del camarero/encargado,
  2. o falta de confianza del jefe en su encargado que no le deja realizar ese tipo de acciones.

Estos y muchos otros pequeños (GRANDES) detalles son los que marcan la diferencia entre un negocio que los tiene con sus clientes y otros que no los tiene.

Estos pequeños (GRANDES) detalles es lo que hace que una cafetería tenga una clientela fiel y abundante, y que otras estén vacías, aun teniendo mejor café.

Como clientes valoramos más el trato y comportamiento de los trabajadores de esta cafetería hacia nosotros, que si los productos servidos durante la fiesta son mejores o peores.

Si ahora estás pensando -“Bueno, como yo no tengo una cafetería me libro”.  Pues no, te equivocas.  Los detalles sirven para todas las empresas sin excepción.   Ya sea un pequeño negocio o una gran multinacional.

Piensa en todas las interacciones que tienes con tus clientes y valora si tienes detalles buenos o malos.

De nada te sirve tener un gran plan de negocio o estrategia de marketing si luego lo estropeas en lo realmente importante. (Porque el marketing es todo en tu negocio, no sólo las acciones de captación de clientes.)

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis


 

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¿Sabes Dar Buenos Consejos?

Te lo pregunto porque es fundamental para nuestra empresa que sepamos dar consejos. Porque normalmente no sabemos dar consejos.

Te pongo un par de ejemplos que seguro identificas y, además, se te ocurrirán otros muchos más.

(En estos ejemplos generalizo, siempre hay alguien que no es así, pero este comportamiento es bastante común, que es de lo que hablo en este artículo.

Ya sabemos todos que generalizar es la mayor de las injusticias.)

Primero ejemplo.  El amigo, cuñado, hermano o lo que sea… informático.  Si te vas a comprar un ordenador ¿a quién preguntas?  Pues a él, claro, es el que sabe.

El problema es que esta persona, con toda su buena fe, te quiere aconsejar bien y busca “tu mayor beneficio” por lo que te suele aconsejar el ordenador más moderno con la última tecnología.

Que también suele ser de los más caros.

Segundo ejemplo.  Vas a comprarte un coche.  Más de lo mismo, ¿a quién preguntas?.  Al amigo, cuñado, hermano o lo que sea la persona que conoces que sabe de coches.

Y esta persona, como es lógico, te querrá dar el mejor consejo posible.  El mejor coche, dentro de tu presupuesto, el más potente, el que más corre, o el que más…

El problema con estos consejos es los dan desde sus gustos y perspectivas.  

Realmente no tienen en cuenta nuestra situación.  No realizan una conexión de empatía con nosotros para hacer una valoración de lo que realmente necesitamos.

En el primer caso, por ejemplo, la gente que necesita pedir consejo para comprar un ordenador utiliza pocas cosas y además sin demasiada potencia.

Suele usarlo para buscar información en Internet, ver películas y entrar en su cuenta de correo web gratuita, almacenar fotos.

Algunos usuarios más avanzados necesitan usar superficialmente un procesador de textos, abrir PDF y quizá algo de hojas de cálculo y presentaciones.

Por esto es que las tablets están desbancando a los ordenadores en los domicilios particulares, porque hacen todo lo que usan más barato y con menos tamaño.

Y además pueden hacer fotos y vídeos con el mismo dispositivo.

 

Dar Consejos Eficaces

Para poder dar buenos consejos tenemos que ponernos en la situación de la otra persona, liberarnos de nuestros gustos y prejuicios e intentar valorar qué es lo que realmente necesita.

Como decía más arriba tenemos que hacer un ejercicio de empatía con la persona y tratar de determinar qué es lo que realmente necesita y a partir de ese análisis dar el consejo.

En el caso del ejemplo del ordenador, al aconsejado le vale perfectamente un ordenador con un precio un 65% más bajo de los ordenadores de gama alta, ahorrándose un buen dinero.

Con lo del coche lo mismo.   Quizá yo necesite un coche para moverme por una gran ciudad y lo que necesito es uno pequeño, muy manejable y que consuma poco.

Hay casos sangrantes en los que la persona que da el consejo trata de cubrir sus propias frustraciones porque no tiene el ordenador o coche que le gustaría, e intenta que la otra persona lo adquiera.

Muchos lo hacen sin darse cuenta, es algo así como -“si yo no puedo tenerlo, por lo menos alguien que aprecio que lo tenga y disfrute“.

Una especie de autosatisfacción, de autocomplacencia emocional.

 

También en Nuestra Empresa

Lo mismo nos pasa en nuestra empresa.  Que no sabemos dar consejos.

Además en nuestra empresa tenemos un componente añadido que no tenemos con familiares y amigos, y es que queremos/tenemos que ganar dinero.

Así que se juntan las dos cosas: que no sabemos dar consejos y que queremos ganar dinero.

Con lo que el problema se agrava.

En muchas ocasiones vienen clientes y les espantamos por intentar venderles algo que no es lo que necesitan.

Nuestro yo experto trata de demostrar todo lo que sabemos, confiando que, con ese alarde de conocimiento, el cliente se de cuenta que llevarse el mejor (y con más margen) producto o servicio es lo mejor para él.

Y para nuestro bolsillo, claro.

Esto confunde a muchos profesionales y empresarios.  No pueden creer que el cliente “sea tan ciego y tan necio de dejar pasar esta oportunidad“.

¿Cuántos empresarios has oído decir que es que los clientes son ignorantes y que por eso su negocio no va bien?

 

Los Mejores Vendedores

Todos los vendedores de éxito que conozco dicen que el secreto de su éxito es uno:

Ir con la intención de ayudar realmente a sus clientes.

Esto es, conectar con el cliente, averiguar sus necesidades reales y darle el mejor consejo para satisfacer esa necesidad.

Ya sabemos que el precio que vamos a pagar por algo es igual al valor que damos al problema o beneficio que queremos cubrir.

Quiero terminar el artículo con un caso real que le ocurrió a mi cuñado.

Cuando mi sobrina iba a cumplir cuatro años, mi cuñado decidió regalarle un telescopio porque estaba empezando a interesarse por las estrellas.

Fue a una tienda especializada y el dependiente o dueño le sacó un telescopio de 150 euros.

Obviamente mi cuñado le dijo que si estaba loco.  ¡Un telescopio de 150 euros para una niña de cuatro años!

Intento aprovecharse de la situación pero lo que hizo fue perder una venta y un cliente.

Esto no sólo le pasa a los empresarios.

También les pasa a muchos empleados, por lo que hay una labor importante por parte de las empresas para enseñar a dar consejos a sus empleados, sobre todo a los vendedores.

Así que si queremos vender más, tenemos que empezar a dar mejores consejos para ayudar realmente a nuestros clientes.

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis


 

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Las 3 P de la Calidad

  1. Personas.
  2. Personas.
  3. Personas.

¿Pensabas que cada P eran cosas distintas?

Las personas siempre en el centro.  La diferencia está en el enfoque, en el área de tu empresa que estés desarrollando.

En este artículo vamos a ver como tratar a las personas desde tres perspectivas diferentes de tu empresa:

  1. Desde la orientación al mercado.
  2. Desde el desarrollo de productos y servicios.
  3. Desde el trabajo en equipo.

La semana pasada decía que la calidad que realmente llega al cliente es al Calidad percibida. Y los clientes son todos personas.

Si queremos que nuestra empresa funcione bien tenemos que aplicar las 3 P de la Calidad.

Las P son las mismas, sí, personas, pero, como decía antes, el enfoque es distinto.

Lo que quiero decir al poner a las personas en las 3 P es que siempre, cualquier decisión que tomemos en nuestra empresa, tenemos que tomarla poniendo a las personas en el centro de la decisión.

Pero… ¿nosotros también somos personas? ¿Tomar una decisión pensando en nosotros, como persona, es correcta?

No.  Tenemos una empresa.  Esto va de los demás y no de nosotros.

Somos personas, pero para esto no contamos… al menos en principio.

Nosotros obtenemos un resultado, que viene en función de las decisiones que tememos. Decisiones sobre personas.

Así que vamos a ver cómo aplicamos esa calidad orientada a las 3 P.  Personas, personas y personas.

 

Personas 1.  Orientación al Mercado.

Tan sólo hay que buscar el motivo por el que la gente hace las cosas y los clientes harán cola en tu puerta.

Así dicho suena muy bien.  Lo complicado es hacerlo, como todo.

Una forma de hacerlo es definir nuestro posicionamiento, que es nuestra filosofía y transmitir nuestra historia, con la que los clientes quieran alinearse con nosotros.

Las historias son pura emoción y las emociones mueven montañas.

Cuenta una historia emotiva para conectar con nichos de clientes.

Los nichos de clientes no se deben buscar por datos sociodemográficos.  Eso ya está desfasado. En ese tipo de datos se basan los estudios de mercado tradicionales.  En datos racionales.

Los nichos de mercado que terminan convirtiéndose en clientes fieles son los que conocemos las motivaciones que les llevan a sus comportamientos.  A sus decisiones.

Si conseguimos averiguar qué motiva su toma de decisiones podremos adaptar el mensaje con los beneficios que les aportan nuestros productos y servicios.

Para conocer sus motivaciones podemos utilizar herramientas que nos faciliten la tarea (no todos tenemos la visión de mercado de Bill Gates o Steve Jobs).

Es posible que al principio te sorprendas cuando te des cuenta que tu filosofía está alineada con las motivaciones del cliente.  Por lo que tu historia también estará alineada de forma natural con la historia de tus clientes y con lo que están buscando.

Y por último, tenemos que aplicar nuestra Competencia Fundamental Básica, que es la escucha activa, para poder saber qué necesita nuestra estrategia de orientación al mercado ganadora.

Ponemos a las personas en el centro de nuestra estrategia de mercado.

 

Personas 2.  Diseño de Productos.

El mejor marketing no es publicidad, es un producto bien diseñado y notable.

(Esto no lo he dicho yo, que lo suscribo 100%.  Esta frase es de Seth Godin, uno de los grandes gurús del marketing desde hace muchos años.  Te recomiendo que te suscribas a su blog diario.)

Ahí fuera hay mucha competencia.

Ya no sólo la competencia directa.  También tenemos mucha competencia indirecta.

La competencia indirecta es cualquier cosa en la que el cliente se gaste el dinero que no sea en ti.

Un producto notable es el que enamora a tus clientes.  Es el que hace que los clientes se gasten el dinero en ti y no en los demás.

Un producto notable es lo que desencadena el mejor marketing que existe: el boca a boca.  La recomendación.

Si con nuestra historia conseguimos el alineamiento de nuestros clientes, nos debe resultar “sencillo” extraer el conocimiento necesario para poder ofrecer los beneficios que buscan y resolverlo con nuestros productos y servicios.

Para esto podemos utilizar una combinación de metodologías ágiles y neurociencia para saber qué quieren.

Y agregar “Tu salsa secreta”.  Tu salsa secreta es esa visión única y exclusiva tuya de la solución que quieres aportar al mercado.

Eso que te hace único y exclusivo que te diferencia de todos los demás.

Ponemos a las personas en el centro de nuestro desarrollo de productos y servicios.

 

Personas 3.  Trabajo en Equipo.

Constantemente te estás interrelacionando con otras personas, ya sean de tu empresa o externas.

En mi opinión, el modelo racional ofrece soluciones verticales, en las que el cliente está en una posición más elevada que la empresa, en una posición de superioridad.

Creo que no es una relación sana al ser una relación de sumisión.

Las relaciones entre nuestra empresa y nuestros clientes deben ser de igual a igual.  Debe ser una relación continua, horizontal.

Esta relación nos permite ofrecer una solución horizontal, ya que consideramos que el cliente está en nuestro mismo plano de trabajo.  Ellos buscan soluciones y nosotros las aportamos.

Estas soluciones horizontales nos las permite establecer el trabajo en equipo.

Un trabajo en equipo en las que ya no sólo están nuestros empleados (si los tenemos).

También debemos integrar a nuestro equipo de trabajo a nuestros clientes, a nuestros proveedores, a nuestros colaboradores; y a cualquier persona que pueda aportar valor a tu empresa.

¿Esto cómo se consigue?  Impulsando la colaboración, que es una de las metacompetencias fundamentales en cualquier empresa que quiera encarar el futuro que viene.

Los tiempos que vienen serán muy cambiantes, eso ya no lo duda nadie, por lo que debemos lograr que todos remen en la misma dirección.

Existen varias herramientas para conseguir esto, por ejemplo SOCS, de la que te hablé hace unas pocas semanas.

Esta herramienta puedes utilizarla no sólo con empleados.  También puedes hacerlo con el resto de integrantes de tu red de contactos.

Mi experiencia me dice que para sacar realmente provecho de estas herramientas sociales necesitamos tener, al menos nociones, de otros conocimientos complementarios para poder sacar conclusiones acertadas.

Es recomendable que leas algo de antropología, neurociencia, biología, psicología… para conocer las bases del comportamiento humano.

Ponemos a las personas en el centro de nuestro trabajo en equipo.

 

Conclusión

Como has podido comprobar, en mi opinión, las personas es lo más importante de tu empresa.

Sin personas no tenemos nada, así que tenemos que centrarnos en satisfacerles a todos para que así el resultado de nuestra empresa sea el que queremos.  BENEFICIO todos los años.

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis


 

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Calidad Real vs Calidad Percibida

En mi opinión la Calidad (con C mayúscula) es una actitud.

También lo es la calidad (con c minúscula).

¿Por qué esta diferenciación de mayúscula y minúscula?  Por la diferencia de actitud.  Nuestra actitud hacia la Calidad.

La buena calidad no es un problema de dinero.  Obviamente no voy a negar que cuanto más dinero tengamos para dar calidad a nuestros productos y servicios mejor.

El punto diferenciador es cómo utilicemos ese dinero.  Y esa utilización depende de nuestra actitud.

Escribo mucho sobre la Calidad (con C mayúscula) orientada a las Cosas Que Salen Bien, que es como yo prefiero orientar la Calidad.  Mi actitud hacia la Calidad.

También creo que la Calidad es algo más que una certificación.

Todos conocemos muchas empresas con certificados de calidad pero con un trato al cliente muy pobre.

Esto es porque no tienen actitud de Calidad (con C mayúscula).  Se certifican porque es la nueva moda en las empresas.  Para justificar que hacen bien las cosas.

Yo creo que la Calidad no hay que justificarla.  Hay que demostrarla.

La Calidad (con C mayúscula) es la que pone al cliente en el centro de los procesos.

Una Calidad pensada para satisfacer al cliente y no a la empresa o a los accionistas.

La empresa y los accionistas SÓLO estarán satisfechos cuando los clientes estén satisfechos.  Es el resultado, no el fin.

Por lo que resulta necesario averiguar qué es lo que el cliente percibe como Calidad, que no es lo mismo que la calidad real.

 

Calidad Real

La calidad real son las características del producto.

Esa larga lista de particularidades, peculiaridades, propiedades y singularidades que tiene tu producto.

Esa lista de características que para los neófitos o poco instruidos en esos productos/servicios nos parecen todas iguales.  Nos parecen todos los productos iguales.

Posiblemente haya muchas diferencias, pero nos da igual.  Necesitamos cubrir unas necesidades y, ante “mismo producto”, compramos el más barato.

La calidad real va en función de lo que pagamos por tu producto o servicio.

Un producto o servicio que “únicamente” nos soluciona lo que dice que nos va a solucionar no tiene gran valor.  El del dolor del problema que nos resuelva.

Una vez resuelto el problema pierde todo el valor.  No queda nada más.  Pasa al olvido hasta que volvamos a tener el problema.

Para el que buscaremos nuevamente un parche.

Esto es lo que hace que por muy buena calidad real que tenga tu producto o servicio tengas que entrar en una guerra de precios.

Precisamente ayer estaba hablando con unos amigos y no de ellos nos comentaba que tiene un coche en venta y no consigue venderlo por el “valor” que tiene.

Por valor no se refería ya al valor emocional, ese ya lo había desechado hace tiempo, sino al valor real del dinero que se había dejado en el coche.

Lo había preparado.  Había cambiado cosas.  O, utilizando el argot, lo había tuneado.  No mucho, pero si había cambiado/mejorado cosas y se había gastado dinero durante el tiempo que utilizaba el coche.

El problema que tiene es que los posibles clientes no ven esa calidad real como algo valioso.

Incluso nosotros, sus amigos, con el apoyo moral afectivo que le tenemos por ser nuestro amigo, tampoco veíamos ese “valor” del coche.

Simplemente nos daba igual las “mejoras” que le había hecho al coche.  Nosotros tenemos actualmente otras necesidades.

Esto mismo es lo que pasa con nuestros productos y servicios.  A los clientes les da igual las “mejores mejoras” que tengan.

Si la percepción que tenemos como clientes es la misma que para otros productos, como no seas el más barato, no te vamos a comprar.

(Esto del más barato también es relativo, pero de esto hablaré en otro artículo porque también tiene su miga.)

Si te has dado cuenta en este apartado siempre he escrito calidad con c minúscula.

 

Calidad Percibida

Es la Calidad que, aunque no tengas dinero para gastar en Calidad, el cliente percibe una gran aportación de Calidad.  Obtiene una experiencia, no un producto/servicio.

Obtenemos esta experiencia porque percibimos que el producto o servicio está pensado y desarrollado para satisfacernos a nosotros.  No sólo para cubrir necesidades.

Está pensado para hacernos más felices, aunque sea temporalmente.

Por ejemplo, los festivales musicales, que ahora con el verano aparecen como setas.

No son un concierto con varios grupos de música.  Son una experiencia de convivencia de varios días con tus amigos en la que “la excusa” para ir es la música.  Ver buenos grupos en directo.

Lo mismo pasa con Interrail y con las becas Erasmus.  Que sí, descubres Europa y estudias, pero son “las excusas” para tener una experiencia social única.

La semana pasada escribía que ahora tenemos que centrarnos en la experiencia que van a tener nuestros clientes con nuestros productos/servicios.

También tenemos que tener presente que cada persona percibe la experiencia a su manera.

Ya sabes que dos personas viviendo la misma experiencia a la vez no la perciben igual.  Cada uno tenemos nuestra batalla interior que nos hace de filtro de lo que percibimos.  Una batalla interior que nos hace ser distintos cada día.

La calidad real del producto/servicio puede ser menor.  Pero es la Calidad percibida la que hace que los clientes se decanten por productos/servicios de mayor precio o incluso por comprar algo que no tenía previsto.

¿Cómo se busca esta Calidad percibida?

Cada uno tiene su manera.

Básicamente esta es la metodología que yo utilizo con mis clientes.

  1. Preguntar a sus clientes qué es lo que más les gusta de trabajar con ellos.
  2. Profundizamos en la situación del cliente para buscar experiencias a desarrollar.
  3. Creamos esas experiencias.
  4. Y las ponemos a prueba con clientes reales.

Esta es la Calidad con C mayúscula.

La Calidad que te hará marcar la diferencia.

Y esto depende de tu actitud, no del dinero que tengas.

 

Un saludo y qué tengas una fantástica semana,

Luis

 


 

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El Producto Ya No es Importante

Ahora lo importante es lo que las personas hacen con nuestro producto.  Es decir, la experiencia que tienen cuando usan nuestro producto o servicio.

Ahora lo importante son las personas.

Nuestro producto o servicio no es más que una herramienta que utiliza el cliente para conseguir esa experiencia que está buscando o que a veces se encuentra por el camino.

Por eso tenemos que centrarnos en las personas y ponerlas en el centro de nuestra estrategia.

Esto cambia completamente la forma que tenemos de diseñar nuestros productos y servicios. Ya no tenemos que diseñarlos desde nuestro terreno, sino desde el terreno del cliente.

Diseñar una propuesta de valor diferente porque ya no queremos que use nuestro producto o servicio, lo que queremos es que le permita lograr la experiencia que está buscando.

No debemos quedarnos únicamente en “ser diferentes”, que tanto se habla, sino en tener un enfoque diferente.

Como en este caso, es un supermercado tradicional pero con otro enfoque.

Nos dice la RAE que experiencia es, en la cuarta acepción:

Una circunstancia o acontecimiento vivido por una persona.

A este acontecimiento le damos una valoración en función de las emociones que nos hace sentir y termina siendo la experiencia que percibimos.

 

Venta

Si ahora lo que vendemos son experiencias tenemos que contar una historia.  La historia de cómo nos posicionamos para ser un suministrador de experiencias.

Pero una historia orientada hacia nuestros clientes, no a superar a nuestra competencia ni a alimentar nuestro ego.

Los clientes ahora nos preguntamos ¿qué experiencia voy a tener con tu producto o servicio?

Vendemos confianza.  Confianza en que al usar nuestro producto o servicio el cliente conseguirá esa experiencia que está buscando.

Decía un poco más arriba que valoramos la experiencia por las emociones que nos hacen sentir.

Para mi la emoción más emocionante que hay es la alegría.

Según el neurocientífico Paul Brown tenemos siete emociones básicas:  tristeza, vergüenza, asco, enfado, miedo, alegría y confianza.

Cinco de ellas son para ayudarnos a sobrevivir, emociones negativas.  Estas emociones negativas no nos aportan ninguna buena experiencia.

Sí, es cierto que hay gente que le gusta sentir miedo o tristeza o asco o … es un micronicho de clientes.

A la mayoría de la gente le gusta estar alegre porque, además de tener muchos beneficios, nos permite descansar, al menos por un rato, de la situación económico-social en la que vivimos.

(Sí, yo también pienso que la situación de cada uno es el resultado de las acciones y actitud que tenemos, no de causas externas, pero es un hecho que gran parte de la gente prefiere dejarse llevar por “las circunstancias” antes de hacer nada para solucionarlo.)

¡Vamos a contar una experiencia alegre al utilizar nuestro producto o servicio!

Contemos una gran historia en la que nuestro producto o servicio no sea más que una herramienta con la que alcanzar esa experiencia.  Y si puede ser alegre, mejor.

Para saber cómo elaborar tu gran historia te recomiendo este taller de storytelling de Belén Torregrosa.

 

Diseño

Un buen diseño es un gran comienzo de una historia.

Un buen diseño es el principio de una buena experiencia.

El pasado fin de semana vi dos ejemplos de diseño (independientemente de la valoración personal de cada uno) que no me esperaba y me alegró encontrarlos.

El primero es una tienda de una multinacional de la distribución.  Siempre, en mi opinión, se había caracterizado por no dar ningún valor al diseño de sus tiendas.  Desde hace un tiempo lo están cambiando, por suerte.

 

El segundo ejemplo es una farmacia.

Da gusto entrar en este comercio.

 

Y es que hacer las cosas bonitas cuesta lo mismo que hacerlas feas.  Solo es ponerse y tener actitud.

 

Enseñar (Formación)

En mi opinión, la mejor y más rápida manera de transmitir tu historia y hacer que tu cliente sienta la experiencia que le vas a hacer sentir es enseñándole a usar tu producto o servicio.

Que es lo mismo que enseñarle a sentir y a vivir la experiencia que va a tener con tu producto o servicio y que así quiera repetir y, lo que es mejor, recomendarlo a otras personas (futuros clientes).

Enseñar es una prueba gratis con algo más.

Es educar a los clientes en la manera correcta de sentir y disfrutar la experiencia. Algo que en estos momentos en los que tenemos que ofrecer experiencias nos va a ayudar.

Y es desde este conocimiento, desde donde nuestros clientes crearán nuevas experiencias con nuestros productos y servicios que nos permitirán llegar a más nuevos clientes.

Y tú ¿qué experiencia creas a tus clientes?

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis


 

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