Recuperar valores introducirá nuestro negocio en el siglo XXI

(Antes de empezar quiero dar las gracias a los más de 80 asistentes a los talleres que he impartido en las últimas semanas “¿Trabajas por horas o automatizas tu negocio?  Aumenta o mantén tus ingresos trabajando menos”.

Muchas gracia a todos.  Ha sido un verdadero placer compartir mis ideas y que hayan tenido tan buena acogida.)

La semana pasada tuve la suerte de conocer a Guillermo Garrón, representante del Instituto Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra.

Durante la agradable conversación que tuvimos me regaló amablemente algunos números del boletín en papel que  publica el Instituto.  En este boletín publican artículos y escritos de distintas personas que consideran son provechosos.

En concreto voy a comentar dos artículos incluidos en estos boletines, uno escrito por Mario C. Marí y otro escrito por María Julieta Balart, en los que tratan sobre los valores humanos que deben imperar en cualquier negocio.  Y ponen de manifiesto que estos valores deben estar promovidos y defendidos desde la dirección de estos negocios.

Muchos coincidimos que estos valores se han perdido de forma mayoritaria durante la segunda parte del siglo XX.

Mario C. Marí habla de una evolución (natural) que ha habido en un perfil que hay en todas las organizaciones:  el del tiburón.  Ese que sólo trabajaba en pro de si mismo a costa de lo que fuese y de quien fuese.  Este tiburón se ha visto acorralado por la crisis porque ahora se da mucha más importancia a los resultados de cada miembro de la organización, ya no vale sólo la fachada que se esmeraba tanto en crear.

Muchos tiburones han desaparecido, pero algunos han “evolucionado” y se han adaptado al cambio (Teoría de la Evolución de Darwin).

Los tiburones supervivientes a la sacudida que ha traído la crisis han visto la necesidad de tener que juntarse y organizarse para poder sobrevivir.  Mario C. Marí los llama caníbales empresariales.  Tienen los mismos valores que cuando eran tiburones solitarios pero ahora son más peligrosos porque trabajan en grupo, lo que les hace ser más efectivos.

Cuando detectan a una víctima la acorralan y la separan de su manada protectora (un área o departamento determinado) y la que exprimen hasta la última gota de savia (tiempo, esfuerzo, contactos, etc.) hasta que la dejan inservible.

Mario C. Marí plantea una estrategia en tres capas para que estas nuevas manadas de caníbales empresariales no se asienten y ni se conviertan en algo habitual para las organizaciones.  Es peligroso que este perfil-especie sea visto como el nuevo secreto del éxito.

  1. Capa empresarial:  en la que propone elevar los valores éticos como paradigma para obtener buenos resultados empresariales.  Además de medir el desempeño profesional de los trabajadores/colaboradores por sus resultados cuantitativos; también hay que medir el desempeño profesional por el cumplimiento de los valores éticos en 1) el entorno del trabajo, 2) en la relación con el cliente, 3) en la relación con otras organizaciones aliadas, y 4) con la competencia.
  2. Capa educativa: que divide en sub-capa post-universitaria y sub-capa de educación escolar (desconozco porque no introduce aquí una sub-capa universitaria que también tiene lo suyo…).  En la educación escolar  hace una observación que me ha parecido muy acertada.  Y es que si el sistema educativo está enfocado en preparar trabajadores (y no emprendedores/empresarios), con una tasa de paro entre los jovenes de más del 50%, entonces es normal que haya tanto abandono escolar.  Porque les están preparando para ir al paro.
  3. Capa familiar:  esencial para que las futuras generaciones no vean al caníbal empresarial como la única opción válida.  Esta capa es la piedra angular de este análisis.  Comportamiento genera comportamiento.  Y como nuestros hijos nos vean a nosotros, sus padres, así serán ellos cuando sean mayores.

Y termino con la reflexión que hace María Julieta Balart en su artículo.

“El ser humano está sumido en la superficialidad, sintiendo el vacío interior que le provoca la despersonalización y el vivir de cara al exterior, aturdido por las prisas, sin saber a donde va y quién es en realidad.  Pero como en el fondo no podemos sofocar esa llamada interna a ser coherentes en nuestro proceso de búsqueda de la felicidad, demos gracias a la crisis que nos sacude y nos demanda recuperar los valores como los únicos caminos para dar sentido a nuestra vida individual y colectiva.  Los valores configuran nuestra esencia, nuestro ser, lo que nos hace únicos como personas y lo que nos une en torno a una misma cultura empresarial. .  Nos hacen pasar de la teoría a los hechos, de lo especulativo a los positivo, de lo abstracto a lo concreto, de lo frío y nebuloso a lo inmediato, vivo y candente”

Yo, al igual que María, espero haber contribuido con este artículo a esa transformación.

Muchas gracias Guillermo.

 


 

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