La gente tóxica nos quitan una cantidad de energía enorme. Algo espantoso.
Esa misma energía que necesitamos para vivir el día a día que ya es lo suficientemente duro como para que encima nos pongan otra losa encima.
Desde que estuve en Guinea el año pasado quería escribir este artículo y lo iba retrasando. Temas, para mi, más interesantes y otras necesidades.
La gente tóxica me lo hizo pasar muy mal en Guinea. Si ya era una situación difícil para todo el grupo ir a un país como ese, tan lejos de todo y que sólo nos teníamos a nosotros tres, una persona se empeño en hacerlo aún más difícil.
Bueno decir que se empeño en hacerlo más difícil quizá sea injusto ya que la gente tóxica es así, es su personalidad. Personalidad tóxica.
Muchos años antes había decidido no perder más tiempo con este tipo de personas, pero en Guinea estaba “atrapado”. Mi orgullo profesional no me permitía tirar la toalla.
Para más inri, si ya teníamos poco con la toxicidad dentro del grupo de profesores, el director de la empresa española que había contratado el proyecto, también daba su capa de toxicidad.
A nosotros directamente no, pero sí a los trabajadores de su empresa, incluido la persona encargada de nuestro proyecto. Por lo que también nos llegaban remanentes de esa toxicidad.
Siempre Están Ahí
No bajes la guardia.
La gente tóxica no son las personas que te caen mal. Ni esas con las que no congeniamos desde el principio.
A estos ya les tenemos fichados y no nos acercamos a ellos o, si es absolutamente necesario, nos acercamos lo mínimo posible.
El problema de la gente tóxica es que al principio nos caen bien y no nos damos cuenta del peligro que tienen.
Cuando nos queremos dar cuenta del problema, ya estamos en una espiral descendiente de mal rollo y negatividad.
De pequeños conflictos en el día a día por cosas absolutamente triviales.
De queja continua (sin aportación de soluciones).
Minando nuestra energía.
Poco a poco.
Haciéndonos perder la concentración en nuestro foco.
Cuando nos damos cuenta estamos metidos hasta el cuello.
Huye. Corre sin Mirar Atrás
Cuando nos demos cuenta que estamos en esta situación, lo mejor que podemos hacer es cortar por lo sano y correr.
Separarnos completamente de esa persona.
Haremos daño a esa persona tóxica que, lamentablemente, en la mayoría de las ocasiones, confía en nosotros.
Está en juego nuestra integridad psicológica. Nuestra vida. Nuestra familia.
Porque son ponzoñosos como el chapapote, nos pegan tu toxicidad y es muy difícil quitársela de encima.
Sólo hay una opción, cortar por lo sano y correr.
Corre sin mirar atrás, no te pase como a Edith y te conviertas en estatua de sal.
Otras veces, como me ocurrió en Guinea, te ves encerrado con una persona tóxica. Ahí no puedes correr. Es cuestión de tratar de ser lo más impermeable posible hasta que termina la tortura.
Asociarte con un Tóxico
¡Esto sí es un verdadero problema!
Juntarnos en negocios con personas que resultan ser tóxicas. Personas que lo estropean todo por su personalidad y actitud ponzoñosa.
Crean conflictos de la nada.
Siembran la desconfianza.
Generan problemas inexistentes.
Te hacen perder operaciones porque generalmente son los que más saben de todo y van dando lecciones y “bofetones” a todos.
Es fácil decirlo pero muy difícil hacerlo, ya que seguramente haya papeles firmados, pero intentemos separarnos lo antes posible.
Estar con una persona tóxica no tiene solución.
Es un camino de una sola dirección. EL DESASTRE.
Tiraremos a la basura mucho tiempo e incluso dinero.
El beneficio es que ganaremos nuestro futuro.
Un saludo y ¡qué tengas una fantástica semana!
Luis
Photo by Scott Rodgerson on Unsplash
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