¿Sabes Qué Hacer Cuando Lo Cierto No Sucede?

Siempre nos dicen que planifiquemos.

Planifica, planifica y planifica.  Si no planificas ¿cómo vas a saber la manera de llegar a donde quieres llegar?

Planifica la evolución de tu emprendimiento, de tu empresa ya consolidada, de tu desarrollo personal…

Primero determina unos objetivos bien definidos a largo plazo y luego traza el plan para alcanzarlos.  Después ve desmenuzándolo en periodos de tiempo más cortos para que no se convierta en algo muy grande y que te desanime a seguir.

Y para terminar, cuando esos periodos vayan llegando, comprueba desviaciones e introduce elementos correctores.

Todo muy lógico y muy racional.  De hecho, yo también daba este mensaje hasta hace unos años.

El problema de este planteamiento es que raramente se consiguen los objetivos.  Y eso desanima mucho.

Porque cuando planificamos tiene que suceder lo que habíamos planificado, que es lo “cierto”, porque así lo determinamos en el pasado, en el momento de la planificación.  Pero ¿qué ocurre cuando no ocurre lo que tiene que ocurrir?

En la mayoría de los casos la realidad no tiene nada que ver con esa ficción planificada pero seguimos trabajando sobre decisiones pasadas que no son válidas en el presente, ni mucho menos en el futuro.  A pesar de las correcciones que introduzcamos.

Además, tener la planificación nos “obliga” a seguirla, independientemente de lo que acontezca en el día a día, – “Si pensamos en su día que ese era el camino correcto debemos seguirlo y no distraernos”.

A mi modo de ver, el problema de tener estas planificaciones detalladas para alcanzar esos objetivos bien definidos es que no sabemos que hacer cuando no ocurre lo que habíamos pensado que iba a suceder.

Son como un corsé que cada vez se aprieta más y más.

 

Perspectivas Sí, Objetivos No

No cumplir los objetivos previstos, que es lo más común, o porque no llegamos o porque nos pasamos, es un lastre emocional muy pesado (sobre todo cuando no llegamos a los objetivos).

No cumplir esos objetivos definidos se toma como un pequeño fracaso, – “no he conseguido llevar mi empresa o negocio hasta donde debería”.

Eso mes a mes, trimestre a trimestre hace mucha mella.  Nos produce mucho desasosiego e incertidumbre.

– “¿Soy capaz de sacar mi empresa o negocio adelante? ¿Podré adaptarme a la nueva situación?”.

La solución que suelen dar cuando ya la planificación realizada se ve totalmente superada es… redefinir objetivos y volver a planificar.

Hace tiempo escuche a Pedro Lalanda algo que me gustó y que desde entonces yo también utilizo para mi y para mis clientes.

Señalar perspectivas, no definir objetivos.

(Pedro habló sólo de establecer perspectivas.  La forma de trabajarlas que detallo más abajo es mía.  Desconozco cómo trabaja las perspectivas Pedro.)

Al establecer perspectivas también marcamos un destino al que llegar, pero con un margen que nos permite no agobiarnos emocionalmente por no llegar a ese objetivo perfectamente definido.

La planificación y la definición de objetivos concretos encaja muy bien con el modelo racional de gestión de negocios.  Todo en una hoja de cálculo y a seguir con fe lo que en ella pone.  Si está ahí puesto es porque así debe ser.

La vida da muchas vueltas todos los días como para poder saber hoy qué va a suceder dentro de un año.

Así que empieza a producirse lo que no estaba planificado.

El problema es que ahora no sabemos que hacer porque sucede algo que “no es cierto”, que no debería ocurrir porque no está planificado.

 

¿Cómo Trabajamos la Perspectiva?  

Tomando decisiones, claro.

La manera en que yo trabajo esta parte con mis clientes es la siguiente:

  1. Definimos SU SUEÑO, que es dónde quiere estar dentro de 5-10-15 años (el periodo de tiempo que decida).
  2. Definimos SU FILOSOFÍA, que son los principios y valores que regirán su comportamiento y el de su empresa o negocio.
  3. Y a partir de este punto vamos tomando decisiones que nos acerquen a conseguir el punto número 1, nuestro sueño.

Cada día que pasa ocurre algo que provoca una pequeña o gran desviación en nuestra empresa o negocio.  Por lo que llega el momento de tener que decidir.

Si esta decisión la tomásemos en base a algo que hemos planificado (decidido) hace unos meses, es probable que la decisión no sea la correcta.

Tenemos que decidir de cara al futuro, no de cara al pasado.

Para tomar esa decisión debemos preguntarnos, ¿lo que decida en este momento hará que me acerque a mi sueño o hará que me aleje de él?

Si piensas que una decisión te aleja de tu sueño, obviamente no debes tomarla, aunque hace unos meses te pareciese lo correcto.

O peor aún, hay empresarios que pagan por estas planificaciones y, al estar realizadas por algún experto (y encima pagando), deben seguirlas a pies juntillas, sino piensa es que algo ha hecho mal el empresario.

Efectivamente.  Lo que han hecho mal es decidir desde el pasado.

Cuando tenemos que tomar una decisión no solemos tener todos los datos y hay un componente de incertidumbre, así que debes trabajar para que esa decisión sea la correcta.

No te preocupes por equivocarte.  Si te equivocas rectifica, toma otra decisión nuevamente. Pase lo que pase sigue adelante en el camino que conduce a tus sueños.

Lo cierto no suele suceder.  El problema que yo veo es que no estamos enseñados a saber qué hacer cuando esto ocurre, que es bastante a menudo.

Trabajando con perspectivas y decidiendo en base al futuro nos liberamos emocionalmente de alcanzar algo que ya no es real.

 

Un saludo y ¡qué tengas una gran semana!

Luis


 

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