No me Digas lo que Hago Mal

No te lo consiento.  Yo he levantado esta empresa desde cero y la conozco como la palma de mi mano.

Muchas veces me he encontrado con esta situación.

Un empresario o profesional que no acepta que otra persona le diga que hay cosas que está haciendo mal o que, directamente, no sabe hacer.

… este que sabrá de mi negocio.

Piensan la mayoría.

Este problema es más crítico si alguna vez ha tenido éxito con su empresa.

… he ganado mucho dinero con mi empresa en el pasado, ahora también soy capaz de hacerlo.

No quieren darse cuenta que ahora el contexto es distinto.  Que los gustos y necesidades de los clientes han cambiado.

Actualmente los productos y servicios están pasando  a ser considerados como herramientas.

(Esto ahora.  Es posible que dentro de 10 años las cosas sean distintas otra vez.)

Estos empresarios y profesionales no se quieren dar cuenta de esos cambios, por lo que no admiten que otra persona les pueda enseñar volver a tener éxito.

El ego no les permite reconocer que tienen que volver a aprender.  Y mucho menos si la otra persona es más joven que él/ella.

No les gusta oír que lo están haciendo mal.  Y esta actitud es lo que está hundiendo su empresa.

Porque hay una cosa que sí tienen razón.  No hay nadie que sepa más de su negocio que ellos/ellas.  Pero otras personas si saben más de otras áreas empresariales que les vendrían muy bien escuchar y conocer.

Como decía Sócrates: no sabemos que no sabemos lo que no sabemos.  Y esto nos hace ignorantes.

Al desconocer otras estrategias, otras herramientas de desarrollo de negocio, otras tecnologías y, en definitiva, otra forma de mejorar empresas, nunca podremos ponerlas en práctica.

 

¡Déjate Ayudar!

El primer paso es nuestro, nadie más lo puede dar.

Es un primer paso tan sencillo en teoría como difícil en la práctica.  Cambiar la actitud.

Esto permite recuperar esa mentalidad de empresario que en el pasado nos llevó al éxito.

La mentalidad de empresario es la que nos ayuda a aceptar que necesitamos colaboración exterior porque ya hemos puesto en práctica todo lo que sabemos pero no da resultados.

Nos estrujamos el cerebro para idear nuevas acciones, nuevas campañas de comunicación, nuevas ofertas y descuentos.  Pero nada da resultado.  Al menos un resultado duradero.

Es difícil cortase el pelo a uno mismo y que quede bien, pero pocos quieren reconocerlo.

Lo mejor es buscar un profesional externo a la empresa que pueda tener una visión sistémica y objetiva.

Sí, vale, cuesta dinero y ahora escasea.  ¿Cuánto tiempo vas a poder aguantar en la situación actual?

 

Todo No se Reduce a Vender Más

En general, que siempre hay excepciones, los empresarios y profesionales únicamente valoran una opción para mejorar su empresa.  Vender más.

Lo que les lleva a buscar únicamente nuevas estrategias de ventas y/o de marketing.  Sin pararse a considerar si el problema es más profundo.

Esto es pan para hoy y hambre para mañana, como dice el dicho popular.

Decía más arriba que los productos y servicios ahora son herramientas.  Herramientas generadoras de experiencias que es lo que los clientes buscamos.

El producto/servicio en estos momentos es reemplazable porque carece de valor en sí mismo.  Lo que importa es la experiencia.

Vender más de forma consistente en el tiempo es una consecuencia de nuestra estrategia global.

Buscar la ayuda de un profesional que tenga esa capacidad de visión sistémica de tu empresa contribuirá a que hagamos un análisis más realista de su situación.

Y a partir de ahí desarrollar las soluciones a largo plazo.

Si creemos que necesitamos algo concreto y buscamos  un profesional de ese algo concreto, es lo que nos va a vender: algo concreto; porque todos vemos clavos.

Estar dentro de nuestra empresa nos hace tener una visión subjetiva de ella y, por lo tanto parcial, no global.

Los árboles no nos dejan ver el bosque.

 

Una Estrategia Global Incluye

  • Una revisión de las creencias, valores y principios de la empresa (con esto no quiero decir que haya que cambiarlos obligatoriamente, pueden seguir siendo válidos, al menos algunos.)
    • Determinar nuestro posicionamiento, que no es más que la filosofía de nuestra empresa.
  • Adoptar una cambio cultural hacia la cultura C:  contactos, comportamiento, conocimiento, colaboración, calidad, creatividad, confianza, comunicación.
  • Redefinir los nichos de clientes en el mercado.  Segmentar emocionalmente y no demográficamente.
  • Propuestas de valor para cada nicho de mercado.
    • Esto no es crear nuevos productos/servicios, pero no debe ser la misma propuesta de valor para un hombre de 30 años que para uno de 60 años.
  • Estructuras ágiles.  Diseñadas de forma horizontal para dar servicio a cada tipo de cliente.
    • Potenciando la colaboración entre equipos (verdadera ventaja competitiva de hoy y de siempre.)
  • Diseñar servicios secundarios alrededor de los productos/servicios principales para fomentar las experiencias.
  • Poner al día el modelo de negocio para que permita provocar el aumento de ingresos recurrentes provenientes del aumento de la rotación y no del aumento del margen.
  • Corregir la estructura de costes para aumentar los variables y reducir los fijos.
  • Promover la capitalización total que es la eliminación de deuda reinvirtiendo el beneficio anual en la empresa.

 

Conclusión

Una vez actualizada la estrategia global de la empresa, ya es cuando debemos enfocarnos en las ventas y el marketing.

No siempre somos capaces de sobrevivir solos o con los consejos de amigos/conocidos que posiblemente estén pasando por lo mismo que nosotros.

En ocasiones necesitamos la ayuda de alguien externo y ajeno que no esté condicionado emocionalmente a nuestra empresa, que sea capaz de hacer ese análisis objetivo que siempre es necesario.

Si queremos seguir teniendo una empresa de la que vivir… ¡dejémonos ayudar!

Por muy grande que hayamos sido, todos somos susceptibles de extinguirnos, como los dinosaurios.

 

Un saludo y ¡qué tengas una fantástica semana!

Luis

 

Imagen de Andrew Yardley


 

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